MARRUECOS: EL MAR QUE NOS SEPARA, LA TIERRA QUE NOS UNE
LA EXPOSICIÓN
¡Bienvenidos/as! Tenemos a gusto presentaros la exposición "Marruecos: el mar que nos separa, la tierra que nos une."
Esta colección de 12 fotografías de 4 fotógrafos diferentes aúna diversos puntos de vista sobre un país que nos fascina. Vecino geográfico y hermano cultural, Marruecos ha sido el punto de partida para muchos de nosotros en la aventura de conocer el inmenso continente africano.
En un momento de especial relevancia para las relaciones humanas entre Marruecos y España, confiamos en que esta exposición, que apunta el objetivo hacia momentos y experiencias del día a día en múltiples entornos de la sociedad marroquí, ayude a recordar uno de los mayores aprendizajes que aporta el viaje: no existen diferencias entre lo que nos hace humanos.
El Gran Atlas es un lugar especial en la Tierra, distinto a todo lo que encontramos en Marruecos. Sus habitantes, las tribus nómadas tamazight, ayudan a incrementar un espíritu irreductible que es difícilmente explicable, pero que acompaña como un velo a la brisa que sobrevive al envite de la roca.
De repente sentí el camino que tienen todas las cosas hasta que llegan a nosotros. O como nosotros somos el punto de partida de algunas cosas que otros tendrán, o sentirán, incluso después de que nosotros ya no estemos. Igual que el animal del que se sacó la piel, las manos de quien las curtió, las de quien las trabajó o las de quien las transportó hasta el lugar donde acabó en tus manos. En la vida dejamos muchas huellas. En la tierra. En las personas.
Es curioso porque no solo en este mercado de Temara ocurre esto. Vayamos al mercado que vayamos, siempre los sacos nos desvelarán los secretos que el pueblo esconde.
El olor del té y la hierbabuena en el cálido aire suave del verano, mientras un resonar de ecos compiten por elevarse sobre nuestras cabezas. El sol se sitúa justo detrás de un alminar y forma una corona que crea un ambiente único. Y eso nos hizo darnos cuenta a todos en ese momento que estábamos allí, que estábamos vivos y contemplando esa escena en ese mismo instante. Como dice el proverbio árabe: “Creer en Dios es como el ciego que cree en el sol, no porque lo ve, sí no porque lo siente.”
Los que mejor han domado su inagotable furia son los hombres y mujeres de los pueblos amazigh, que incansables recorren los agotadores caminos que solo ellos pueden ver, marcados a fuego en su mente como única forma de seguir con vida. Este pastor contempla sus camellos sentado en la gran duna. La relación con estos animales, su salvaguarda durante siglos, ha permitido que los Amazigh gobiernen estas tierras, una peculiar morada sin límites.
Aprovechar las orillas de los pequeños ríos que brotan en mitad de la nada para sus cultivos, su higiene, sus labores, es toda una hazaña. Todo parte de conocer tierras y sus aguas.
Expertos conocedores del desierto del Sahara, de sus vientos y arenas cambiantes, los bereberes son refinados comerciantes. En las últimas décadas, la presión de diferentes movimientos sociales bereberes ha conseguido que su lengua se incluya en los sistemas educativos formales de Marruecos y que se crearan organismos para la investigación y difusión de sus culturas.
Todo está lleno de vida. La gente tendiendo las ropas; los niños jugando; los perros persiguiendo a las palomas; los ancianos charlando tranquilos a la sombra de un muro, protegidos al fresco de las paredes blancas y ocres de la ciudad.
¿Te ha gustado la Exposición?
¡Adquiere una fotografía y contribuye a financiar los proyectos y actividades de la Asociación!
Una ventana a las realidades del mundo de la mano de Be Wild Be Proud.