Los jóvenes del norte del Cauca recurren al muralismo para denunciar la violencia que sufren en la región
Santander de Quilichao
*Este reportaje fue realizado el 23 de abril de 2021. El aumento de víctimas y los asesinatos de líderes y lideresas sociales ha provocado que el texto sea actualizado varias veces y, tras el cambio de panorama político en Colombia, se ha concluido el 25 de octubre de 2022.
*El texto va acompañado de enlaces musicales para conseguir una experiencia sensorial que acerque la realidad del país al lector.
Colombia es conocida internacionalmente por ser el país latinoamericano con más conflictos internos dentro de sus fronteras. Hace seis años que se firmaron los Acuerdos de Paz de La Habana y fue entonces cuando el famoso conflicto entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP desapareció. Por unos meses los enfrentamientos cesaron y se respiró con alivio un clima de esperanza. Por primera vez muchas personas pudieron pasear por su territorio sin tener que pedir permiso, sin miedo de desaparecer o morir en medio de un fuego cruzado espontáneo.
Pero esta tranquilidad ha durado poco. Actualmente Colombia vive más de cinco conflictos distintos dentro de sus fronteras y el espacio de paz que había dejado la guerrilla ha sido ocupado por otros actores y grupos armados organizados (GAO) que han continuado con el control territorial para poder mover sus negocios ilícitos.
(Con la llegada el pasado junio del nuevo presidente, Gustavo Petro, la administración colombiana está apostado por una política de diálogos llamada “la Paz Total”, un proyecto ambicioso que espera negociar con al menos diez GAO para acabar, de una vez por todas, con los conflictos internos del país. Actualmente nos encontramos al comienzo de la legislatura y, tanto Petro como la vicepresidenta Francia Márquez, tienen un largo camino que recorrer.)
Santander de Quilichao se encuentra en el norte del departamento del Cauca, al pie de las montañas de Munchique y Garrapatero, justo en el punto exacto donde empieza el famoso valle que conduce a la ciudad de Cali. Este municipio es el lugar de encuentro de comerciantes, migrantes, transeúntes y gente de negocios. La multiculturalidad se aprecia en todas las esquinas, la mayoría de habitantes de la zona son indígenas nasa y afrocolombianos que se cruzan por la calle con mestizos, paisas, campesinos, pastusos, rolos y extranjeros espontáneos.
Por su ubicación geográfica al lado del océano Pacífico es un territorio donde se concentran muchas dinámicas ilícitas: cultivo de coca, marihuana, minas de oro, tráfico de mercancías ilegales… La ruta de comercio sale de la montaña y se dirige hacia el mar, a veces por la carretera de Buenaventura y en otras ocasiones por lo alto del río Naya.
Los datos anteriormente citados son una realidad que se vive cada día, se puede ver en las montañas y se palpa en la calle. Pero es importante entender que la mayoría de las personas que habitan este territorio no participan de estas dinámicas. La afectación de la violencia es alta, casi tanto como el hartazgo social que viven los vecinos y vecinas de Quilichao, y es por eso que los procesos de construcción de paz abundan en cada barrio y en cada vereda.
En Santander de Quilichao se concentran múltiples colectivos de artistas, bailarines, actrices, músicos excepcionales, fotógrafas, tatuadores, filósofos, trabajadores sociales, periodistas, defensores de los derechos humanos, muralistas, chefs, deportistas... Al ser un pueblo pequeño casi todo el mundo se conoce y cuando se reúnen para denunciar su rechazo hacia el conflicto armado se crea un parche la mar de interesante.
Así es como se juntaron los jóvenes de ‘Muros Vivos Crew’ para plasmar un mensaje alto y claro con un mural de setenta metros de largo por tres de alto. El impacto de esta pieza de arte urbano es tanto visual como simbólico ya que retrata un secreto a voces que no muchos se atreven a denunciar.
Dennis es un joven arquitecto de Santander de Quilichao. Tiene un carisma tranquilo y conciliador, le gusta la música alternativa y todo el mundo le conoce en el pueblo.
Este mural fue iniciativa suya, una idea para recuperar un espacio vacío y casi abandonado plasmando un mensaje de hartazgo: “los colombianos que viven en las grandes ciudades no son conscientes de lo que pasa acá, hablan mucho de los Acuerdos de Paz y del fin de la violencia en Colombia, pero siguen con sus dinámicas tóxicas dentro de la política que lo embarra todo. Este mural es para abrirles los ojos, es un grito de auxilio, todavía existen muchas guerras y acá en el Cauca nos están desangrando”, explica seriamente.
En el norte del Cauca, además, hay una presencia muy activa de distintos actores armados como las disidencias de las FARC que, en ocasiones, se enfrentan entre sí por el control territorial.
Según el Comité Internacional de la Cruz Roja en Colombia (CICR) todavía no se puede hablar de una situación de “postconflicto” a pesar de la firma de los Acuerdos de Paz.
La organización internacional considera que actualmente hay al menos cinco conflictos armados en el país. Cuatro de ellos entre el Estado colombiano y distintos grupos armados organizados (GAO) como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL), las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), hoy conocidas como el Clan del Golfo, y las estructuras disidentes de las FARC-EP. El quinto conflicto se trata de enfrentamientos entre el ELN y el EPL, principalmente en la región del Catatumbo.
Estos conflictos armados, sumados a la violencia ejercida por grupos de distinta naturaleza en el campo y en las ciudades, siguen marcando el día a día de millones de colombianos.
Casi todas las personas del norte del Cauca han tenido una historia relacionada con el conflicto y la violencia. Un familiar desaparecido o asesinado, amigos del colegio metidos en la guerrilla o un grupo ilícito, vecinos que venden droga o que tienen negocios de contrabando ilegal.
El día a día del pueblo se desenvuelve tranquilo, pero con sorpresas desagradables como una masacre quincenal, disparos en la esquina de la tienda, bombazos nocturnos o cadáveres sin identificar que aparecen en las cunetas de la panamericana.
La gestión de los recursos naturales perpetúa la violencia
Colombia es el sexto país del mundo con mayores recursos hídricos de agua dulce en el mundo por detrás de Rusia, Estados Unidos, Brasil, China y Canadá. Además, forma parte de un grupo de diecisiete países que juntos albergan el 70% de la biodiversidad del mundo y posee grandes cantidades de recursos minerales como esmeraldas, cobre, oro, níquel, hierro, gas natural, carbón y petróleo.
La palabra “quilichao” que da nombre al pueblo de Santander de Quilichao proviene de raíces indígenas y la mayoría de personas sostienen que el término procede del dialecto pijao y significa “Tierra de Oro”. Pero hay otra hipótesis que dice que “quilichao” proviene de la lengua nasa yuwe de las raíces tyicli, "tigre" y ciao, "sueño", significando "sueño de tigre".
Independientemente de cuál sea el origen correcto, ésta zona, como muchas otras en Colombia, es rica en oro y tierras fértiles. Este tesoro natural ha provocado enfrentamientos históricos entre habitantes e interesados en adquirir un pedazo de tierra, provocando desplazamientos, desarraigo, explotación masiva de las tierras, violencia y corrupción.
Fran* se acerca al grupo de artistas y se queda parado frente a la palabra “GUERRA” mirándola serio y solemne. Gran parte de su vida ha rondando alrededor de esa palabra. Anteriormente fue profe de los jóvenes que entraban en la guerrilla y se encargaba de formarlos pedagógicamente antes de la lucha. “Las cosas han cambiado demasiado, ahora soy mayor y lo veo todo con otra perspectiva”, comenta tranquilo.
Su mayor preocupación es que la guerrilla se meta dentro de las zonas urbanas. “Ya no se batalla en la selva – explica - ahora la lucha va a tornarse en las urbes y eso nos afecta de lleno a las personas de la comunidad”, dice con tono de advertencia.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en 2020 el incremento de hechos de violencia armada en el departamento del Cauca provocó múltiples confinamientos y desplazamientos forzados que se mezclaron con la compleja situación provocada por la pandemia del coronavirus. En lo que llevamos de año 2022 ha habido 85 masacres, con 267 víctimas inocentes. El año pasado (2021) el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) dató 96 masacres con 335 víctimas en todo el país.
La violencia en el Cauca es un concepto abierto que recoge dinámicas como amenazas a líderes y lideresas sociales, autoridades étnicas y personas en proceso de reincorporación. A esto hay que sumar los homicidios selectivos, las masacres, la Violencia Basada en Género (VBG), el control social ilegal, los accidentes por Minas Antipersonal y Municiones sin Explosionar (MAP/MSE), los combates y el uso de civiles como escudo.
En 2021 fueron asesinados 171 líderes y lideresas sociales y 48 firmantes del acuerdo. La cifra, aunque suene paradójico, ha mejorado respecto a 2020. Y es que la peor parte del conflicto no afecta a los grupos armados organizados (GAO) que se enfrentan, si no a las personas que luchan por defender los derechos humanos de la comunidad y el medioambiente.
Ser líder o lideresa social en Colombia conlleva un gran riesgo difícil de gestionar. Representar a la comunidad expone demasiado a las personas y puede jugar una mala pasada. Por ello cada vez son menos personas las que se animan a ser una cara visible que hable por los derechos de los demás.
Desde fuera es difícil de comprender cómo es posible que ocurra tanta violencia en un entorno rural tan aparentemente en calma. “El principal problema es la ausencia de control estatal, pero tampoco es que las fuerzas del Estado sean un ejemplo de protección ya que han formado parte de la historia más fea del conflicto”, comenta Rayas, un joven artista de Santander de Quilichao.
El paro nacional de 2021, la chispa del cambio social en Colombia
Durante abril, mayo y junio de 2021 se desarrolló un paro nacional que intentó frenar la reforma tributaria. Los y las colombianas salieron a la calle para apelar distintas causas y temas pendientes en el país: los precios de la gasolina y la canasta familiar, el fin de la violencia, la mejora del sistema educativo y de salud entre otros.
A pesar del impacto, la represión policial acabó con más de 80 muertos reconocidos por la Fiscalía, aunque los organismos distintos observatorios de derechos humanos que trabajan en los departamentos juntaron cifras de más de dos mil heridos, más de tres mil denuncias de violencia policial y violaciones a los derechos humanos, y un centenar de desaparecidos.
El inconformismo ante este panorama de violencia e impunidad viene notándose desde hace años. El hartazgo se ha venido sintiendo desde 2018 y 2019, donde los paros convocados a final de año han tenido un gran impacto en el desarrollo normal de actividades a nivel nacional.
Estas protestas terminaron confluyendo en el pasado 13 de marzo 2021, cuando se celebraron las elecciones a la Cámara de Representantes y al Senado. Los resultados dejaron ver el cansancio social, sobre todo en la zona rural. El Pacto Histórico, una coalición de los partidos de centro, izquierda y derecha se posicionaron como una fuerza capaz de conseguir la presidencia con Gustavo Petro y Francia Márquez como representantes a la presidencia y vicepresidencia.
Colombia es un país en el que la izquierda nunca ha gobernado a lo largo de su historia política. La última vez que hubo una pequeña posibilidad de conseguir un presidente de izquierda, Jorge Eliécer Gaitán (representando al Partido Liberal), fue asesinado a sangre fría antes de las elecciones de 1948 dando lugar a un período de violencia muy serio conocido como el Bogotazo.
“Esperemos que no le pase nada a Petro, porque esto implicaría repetir la historia y los colombianos estamos cansados ya de la violencia, queremos ejercer nuestro derecho a voto con transparencia y que por fin llegue un cambio a este país”, comentaba Rafael Sandoval, consejero municipal de juventud de Santander de Quilichao.
Finalmente, tras una dura campaña y un apoyo popular apabullante, el 19 de junio de 2022, el Pacto Histórico ganó las elecciones generales.
En los primeros 100 días de Gobierno el presidente Petro ha impulsado una política de repartición de tierras, una reforma tributaria basada en la austeridad y un proceso de diálogo para acabar con la violencia conocido como “la Paz Total”.
Es incierto todavía saber si con el Pacto Histórico se vaya a terminar la violencia. Pero en Colombia la sociedad tiene una cosa clara y los artistas de Quilichao lo plasman en las paredes: “ya basta de guerra, nos están desangrando”.
*Nombre inventado para preservar el anonimato por motivos de seguridad de la fuente.
Si te ha gustado el reportaje y quieres reconocer el trabajo de la periodista puedes enviar una donación libre por Bizum al (+34) 696714959. A cambio recibirás un póster digital con retratos de los y las participantes y un paquete digital de fotografías que describen en detalle el proceso de creación de este mural. Para confirmar la dirección de envío escribir a martatrejoluzon@gmail.com . Para las personas que residen en Colombia u otros países pueden ponerse en contacto a través del correo para arreglar el envío de donaciones a través de una consignación.
(La Asociación Be Wild Be Proud no actúa como intermediario en este proceso).
Amiga ha sido verdaderamente grato leer tu crónica y poder conocer más profundamente tu percepción del contexto de Colombia, en algunos de los momentos cruciales de su historia reciente y la construcción de su devenir, así como tú experiencia en Quilichao, sin duda este lugar ha dejado grandes reflexiones y aprendizajes en cada persona que hemos tenido la oportunidad de hacer parte de su día a día.
Toda mi admiración para tí y para las chicas y chicos de Quilichao que hicieron parte de éste reportaje, continúen plasmando su pensamiento crítico, construyendo memoria, generando conciencia a través del arte y levantando fuerte su voz ante lo injustificable.