Con una mochila cargada de ilusiones embarcaba yo en mi vuelo TP1525 con destino a Accra, la capital de Ghana. Ilusión por conocer, por vivir, por aprender, por empaparme de nuevas culturas, de nuevas historias. Ilusión por volverme a casa con un pedacito de todas y cada una de las personas que se cruzaran en mi camino, abriéndome los horizontes, haciéndome saber y comprender, experimentar con los olores, los sabores, los colores. Ilusión por ayudar, por colaborar, por trabajar y convivir mano a mano con ellos. Ilusión que, en definitiva, se desvaneció casi por completo al estar allí.
Me encantaría estar delante de la pantalla de mi ordenador y no tener que escribir estas palabras, me gustaría no haber visto lo que he visto y no haberme decepcionado de la manera que lo he hecho. Adoraría que todo, y todos, fuera diferente. Pero, desgraciadamente, no es así. Seguimos viviendo en un mundo en el que África es el continente olvidado y en el que aún nos creemos esa falsa ilusión de ser “el hombre blanco al que los pobres negros necesitan para salvarse”. Y, de esta manera, lo único que hacemos es crear un circo vergonzoso y repugnante, impidiendo a estos países escribir su propia historia sin ser adulterada por los grandes blancos.
Llegas allí y la realidad te golpea en la cara sin miramientos, sin edulcorantes, hipócrita, cruda y ruin. Un maldito circo bochornoso que conforman ONGs y “voluntarios”. Un círculo vicioso de inmoralidad e indecencia.
Pero ahora, pasemos a presentar a las dos partes de este burdo teatro.
Por un lado tenemos a los supuestos voluntarios o, mejor dicho, “volunturistas”. Esos que van de voluntariado única y exclusivamente para vivir del cuento y hacer un poco de turismo. Pagan una cuota para tener un sitio donde dormir con comidas incluidas y ya, desde allí, poder viajar libremente. Para los que el voluntariado consiste en levantarse e irse un par de horitas al orfanato (donde quizás son veintitantos voluntarios para diez niños), volver a la casa para tomar el sol y hacerse trencitas y un par de masajitos y luego ir a comprar alcohol para más tarde, como cada noche, correrse la farra padre. ¡Ah! ¡Y que no se me olvide lo más importante!… Llenar el carrete del teléfono móvil con trescientas mil fotos de niños, porque “¡Joder qué bien va a quedar mi feed con estas fotos y cuántos likes y seguidores me van a dar los niños negros!”.
Hay gente que se piensa que va de viaje y están en un hotel de 5 estrellas creyéndose con el derecho a criticar las condiciones en las que son alojados o las comidas que les ofrecen cuando es lo máximo que tienen allí. Estas mismas personas creen que con cuatro abrazos al día y regalando 5 gafas y 7 relojes están ayudando cuando no es así. Los niños necesitan allí una buena educación, que se les enseñe a leer, a escribir, necesitan tener un buen sistema educativo y sanitario. Necesitan infraestructuras donde formarse y ser capaz, en un futuro, de ganarse ellos mismos esos relojes o esas gafas. Aquí volvemos al concepto de “hombre blanco salvando al pobre negro”. A África no se viene a salvar a nadie, se viene a colaborar, de tú a tú, de igual a igual.
Por otro lado, tenemos organizaciones que lo único que buscan es tu dinero para su beneficio propio y para las que eres un dólar andante y que a lo único que quieren ayudar es al grosor de su cartera. Yo fui allí con una ONG llamada “Dream Africa Care Foundation”, y con la que no recomiendo a nadie colaborar JAMÁS. Otra pieza más del puzle de mentiras sobre la que se sostienen tantas organizaciones. Por muy “barata” que parezca esta opción comparada con los 2000€ que están pidiendo tantas otras, es igual de poco ética. De lo que te prometen al principio no cumplen ni la mitad alegando más tarde que eso “ha debido de ser un malentendido”. Ves niños en los orfanatos que no tienen camas, ni mesas, ni prácticamente ropa. Compañeros míos han podido ver a las propias mujeres de la organización apropiarse de muchas de las prendas que los voluntarios dejan a los niños y las restantes son metidas en un armario donde permanecen eternamente. Hay gente que se ha ofrecido a comprar pupitres y, tras mucho pelear porque la organización se negaba a comprarlas, los responsables de la ONG elegían las más baratas y cochambrosas (claro, supongo que tener mesas y sillas en condiciones no queda bien en la foto y no atrae a tantos voluntarios). Los niños están viviendo en precariedad mientras los de la organización disfrutan de casas con todo tipo de lujos y conducen Mercedes.
Sé que no puedo generalizar y sé que hay muchas otras ONGs con buen corazón y sueños puros que hacen tanto que me faltarían hojas para escribirlo, pero no se puede olvidar que algunas otras son todo lo contrario y no podemos callarnos ante esta situación.
Con esto quiero poner de manifiesto la realidad de tantas de ellas y animar a la gente a que, por favor; ayude, pero lo haga bien. Nadie tiene que salvar a nadie, tenemos que colaborar. Los que vayan que se informen bien y sepan con quien van. Los que han ido que compartan sus experiencias, tanto buenas como malas, para poder ayudar a los que irán. Y repito… POR FAVOR, los que vayan que lo hagan realmente para ayudar porque para ser partícipes de este circo carente de ética, mejor quedarse en casa.
Y, por último: A todos aquellos que van allí con ganas, con moral, a los que van a trabajar y colaborar, a todos aquellos que hacen tanto bien, por favor, seguid. No paréis, el mundo necesita gente como vosotros. A todos los que miran a las personas como un igual, a todos los que ven almas y no clases sociales o colores, a todos los que tienen la mente y el corazón abiertos, a los que quieren conocer y crecer, vivir y sentir continuad caminando. Por gente como vosotros todo esto vale la pena.
A todos. Gracias.
Miriam Alcalá Ruiz (@attmim)
תגובות